Ride the rail

Desde el reino de los trenes en miniatura que se armaba en casa de mi familia emerge el recuerdo de ese fantástico juego de múltiples elementos -escala HO- que emulaba a los trenes reales, cuya velocidad se controlaba con un artefacto y que estaban dispuestos en un escenario realista soportado sobre una mesa gigante. La fascinación que me produjeran los recorridos de aquel pequeño ferrocarril rodando sobre diversos circuitos es semejante a la que me generan los viajes que, sentada en algún vagón, realicé a través del tiempo entre pueblos, ciudades y países. En esas aventuras pude observar entre un punto y otro de la trayectoria, secuencias de paisajes lejanos, dejando a la imaginación una estela de posibles lugares que no fueron visibles desde mi ventana, y que seguramente quedarían suspendidos en universos paralelos para luego convertirse, ¿por qué no?, en arte, en pensamiento, en obra.

El tema del desplazamiento (principalmente con algún medio de transporte colectivo: bus, tren, barco o avión -vehículos para que se produzcan acontecimientos fortuitos en su transcurrir-), me ha llevado a producir obras que, como las presentes en Ride the rail, cumplen con la proyección del germen de la curiosidad exploradora; aquel que refuerza el deseo de conocer espacios nuevos, para así ampliar la concepción del mundo que uno se construye a lo largo de la vida. La conciencia intermitente de lo aleatorio en una ruta predeterminada se introduce en este nuevo cuerpo de trabajo, mostrando una mirada particular con respecto a los cambios progresivos de contexto, pues ha habido un descolocamiento físico y psíquico en quien se ha desplazado por las áreas geográficas develadas.

El traslado, ese movimiento en el espacio lleno de evocaciones, se puede configurar de varias maneras: se desplaza algo fuera de nosotros mientras permanecemos estáticos; nos desplazamos nosotros mismos y lo demás permanece en su sitio; nos desplazamos y el entorno también se mueve; o, ya mucho más íntimo, se desplaza algo dentro de nosotros de tal modo que se produce un cambio en la percepción.

Todas estas posibilidades aplican en la propuesta expositiva, conformada por situaciones estéticas acordes a la experiencia emocional vivida durante y después de haber viajado de improviso a un lugar que hasta ese momento me era extraño. La relación que se establece entre las diferentes obras en la sala, obras realizadas con recursos, métodos de trabajo y medios variados, es una constante en la investigación que he desarrollado desde hace décadas, que es la de generar productos derivados a partir de una misma idea, es decir, de iteraciones con una gramática y vocabulario comunes, que se materializan a partir de estrategias que llevan en su esencia el lenguaje germinal, el de lo conceptual.

Para llevar a cabo el registro del viaje hacia las montañas nevadas utilicé la cámara del teléfono celular; aparato que dejó de funcionar por las bajas temperaturas al llegar al destino final, tal vez como señal de que más nada debía ser capturado. El material digital obtenido vendría a ser cónsono con mi práctica de hacer arte con elementos comunes, cotidianos, con lo que se tiene a mano. Busco escribir aquí un código sustentado, no tanto en el virtuosismo de una técnica o en la valoración de un material, sino más bien en su modestia. De este modo, pretendo alcanzar lo que considero esencial: producir una obra con tal fuerza originaria que comunique la idea conservando a la vez su misterio, la rareza de aquello que no puede ser nombrado.

Patricia Van Dalen, 2017

 

 

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